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Reggae en Roma

Reggae en Roma

 

El viernes tocó durante dos horas largas el grupo “Radici nel Cemento”. Fue en el Centro Social Okupado “Villagio Globale” (también llamado Ex-Mattatoio) de Roma. Según el cantante del grupo, el mejor espacio para conciertos de toda la ciudad. Seguramente se trataba de un elogio apropiado, y no sólo de la típica arenga a la afición local (no se dan cuenta muchos cantantes de lo desfasado que a menudo suena eso de “¿qué tal la gente de Vigo (o de la ciudad que corresponda)?” o “me encanta venir a esta ciudad…”, cuando cada vez hay más foráneos y nómadas acudiendo a los conciertos). El Villagio Globale es, ciertamente, enorme. Bajo la carpa del concierto acogería, de forma aproximada, a más de 5000 personas holgadas, y eso que durante la actuación central el público la llenaba a rebosar. En el edificio principal había varios espacios (biblioteca, habitaciones para talleres, bares, patio con mesas, etc.) y, entre ellos, otra sala acondicionada como “dance hall” con su DJ particular, algo más ecléctico en cuanto a las canciones que mezclaba, pero regresando a temas clásicos del reggae a cada poco. También antes y después del concierto amenizaron aquella noche sin fin magníficos DJs que hacían flotar al personal administrando sabiamente los efluvios de todas las cosechas del reggae. Radici nel Cemento debe ser un grupo bastante veterano en la escena alternativa italiana y, a juzgar por lo visto, moviliza a miles de seguidores por todo el país. Los tres de la sección de metales se lo pasaban en grande representando sus coreografías y el cantante principal bordaba las canciones. Entre una mayoría de melodías reggae introdujeron trepidantes ritmos skas y raggas (con algunos amagos rockeros a la sazón) que hacían vibrar a tantos fieles incondicionales. Y no podían faltar las exaltaciones de la filosofía pacifista, junto con otras llamadas a la “desobediencia”, a la libertad de un preso político kurdo y a la despenalización de la marihuana. Todo muy dentro de los cánones. Para mí, sin grandes innovaciones musicales con respecto a tantos otros grupos semejantes (y, en el género mestizo, a gran distancia de aquellos conjuntos tan imitados como Los Fabulosos Cadillacs o Mano Negra), pero con una puesta en escena sin mácula, armónica, contundente y bailable hasta la extenuación. Por cierto, mucha más mezcla étnica e interclasista en la audiencia que, por ejemplo, la que había (mucho más pija) en el festival de música electrónica independiente al que asistí en otro centro social (ya no okupado, aunque lo mantengan en el nombre, el Rialto). Y los precios en el Villagio Globale, bastante asequibles: la entrada, 7 € (5 si se llegaba antes de las 22,30 h.), y los zumos y botellas de medio litro de agua a 1 €. Las actividades musicales de los centri sociali de Roma aparecen en la guía del ocio semanal de venta en los kioscos: Roma c’è. Las de carácter más social y político, como la semana zapatista en el antiguo manicomio llamado Ex Lavanderia, hay que buscarlas por otros medios: un listado de websites, por ejemplo, se puede consultar en http://matteoroma.altervista.org/.

 

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