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sexualidades

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“Sexualidades” es el título que le han adjudicado en Portugal a la película sueca-danesa “A Soap” (Pernille Fischer Christensen, 2006). (La verdad es que en el cine-estudio del Teatro Campo Alegre de Oporto estábamos sólo tres personas en la sala. Me entristece pensar que algún día puedan cerrar este cuarto oscuro donde se proyectan tantas maravillas.) Los únicos escenarios en donde transcurre la acción son los dos apartamentos de Charlotte y Verónica, y las escaleras que los unen. Charlotte es propietaria de una tienda de cosmética y se ha trasladado a ese barrio modesto huyendo de su marido, un médico recién estabilizado y con el que iba a comprar una casa después de cuatro años de relación. Verónica es un joven transexual que ha huido de sus padres y que espera una carta en la que le autoricen a realizar la operación de cambio de sexo gracias a la que se podrá “ver” como una “auténtica” mujer. Ambos están sumidos en la tristeza y la confusión. Las visitas del ex-marido de Charlotte y de la madre de Verónica (a la que sigue llamando Ulrick) acentúan aún más sus penurias. Por medio de unos reveladores gestos y símbolos llegamos a entender el dolor y el atisbo de amor que surge, a trompicones, entre las dos vecinas. Charlotte vive en el piso de arriba y se ha entregado a un frenesí de encuentros sexuales con todo tipo de hombres que hablan y hablan sin que a ella le importen lo más mínimo. La mayor parte de sus enseres siguen empaquetados en cajas de cartón. Los reencuentros con el ex–marido suscitan una tensión in crescendo. A Verónica la visita regularmente su madre. Le trae patés y revistas. Sin embargo, acude de incógnito pues no quiere que lo sepa el padre de Verónica, mientras que ésta insiste en que se lo diga. La madre siempre se queda en el umbral de la entrada. Verónica, incluso, llegó a comprar un regalo para el cumpleaños de su padre. Mientras, ejerce ocasionalmente, y sin mucho entusiasmo, la prostitución, y sigue puntualmente una telenovela… Por esa desacralización de la sexualidad y por la ternura y comprensión que inspiran los personajes, me ha recordado a otra brillante historia que he visto este año, Shortbus (John Cameron Mitchell, 2006), aunque ésta última más colorida, lúdica y explícita. Pueden parecer típicas historias de amor para un público gay y queer (transgénero), pero la verdad es que también tienen la enorme virtud de cuestionar arraigados prejuicios a partir de conmovedoras experiencias cotidianas. Por cierto, la delicada música (Thomas Dybdahl, Antony and The Johnsons…), los flashes en blanco y negro con voz en off, y los recurrentes almendros en flor, son agradables aditamentos de la trama. Página oficial (sólo en danés): http://www.ensoap.dk/.

 

2 comentarios

ateopoeta -

Tienes razón, Anai. "Queer" se aplica a cualquier cuestionamiento de los roles sexuales / de género, mientras que "transgénero" suele identificarse con "transexual" (aunque no haya nada de sexual en lo que siente quien no se identifica con su sexo biológico de nacimiento y tan sólo quiere pasarse al contrario). Sin embargo, siempre he pensado que sería más esclarecedor usar la denominación "inversión" o "reversión" de sexo para estos últimos y reservar la idea de "transgénero" o "transexual" para todas aquellos cuestionamientos prácticos y teóricos de lo normal y lo anormal en cuestiones sexuales (relacionadas con el placer) y de género (relacionadas con lo que hacen y "deben" hacer hombres y mujeres en una sociedad dada); es decir, para las concepciones "queer". Claro que en estas materias, teóricos ha por doquier. Besos.

anai -

Queer no es sinónimo de transgénero
una persona transgénera, sin embargo, puede autoidenficarse como queer
(vease teoría queer)