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ateo poeta

Delirios de Arrabal

Delirios de Arrabal

 

 

Estábamos los dos en el cine. En vez de mirar la película la miraba a ella. Le tocaba los cabellos y le alisaba las pestañas. Luego le besé las rodillas y le puse sobre el pubis una pajarita de papel que había hecho con las entradas.

 

Ella miraba la película y reía. Entonces le acaricié los pechos y cada vez que apretaba su seno salía un pez azul.

 

***

 

-Te quiero.

Ella rió.

-Te quiero.

Ella rió.

-Te quiero.

Ella rió a carcajadas.

El tiempo de las muchachas en flor revelaba las 1.000 camas infinitamente mediums.

 

-Te quiero.

Ella lloró.

-Te quiero.

Ella lloró.

-Te quiero.

Ella lloró y sollozó.

El tiempo de las muchachas en flor revelaba las 1.000 camas infinitamente mediums. Sí.

 

***

 

Lunes:

 

Me duele mucho la cabeza -la nuca-. He observado que la gente, por la calle, habla una lengua que no comprendo. Todas las emisoras de radio que he podido sintonizar hablan en esta lengua desconocida.

 

Martes:

 

Un niño de unos diez años, con un molinillo de papel en la mano, me ha hablado en la lengua desconocida y yo le he respondido en la misma lengua. A pesar de que no comprendía sus preguntas, hemos estado conversando unos minutos.

 

Miércoles:

 

En cuanto puse los pies en la calle me puse a hablar la lengua incomprensible.

 

Jueves:

 

La cabeza -la nuca- me duele más que nunca y me he dado cuenta de que, a lo largo del día, he recitado frases (?) en esa lengua, incluso ya en casa.

 

Molkerte’’

 

Vadonserve ent llica mossoreglas teiner milu artem tersijilomen gualen sarpe sy yo on prencomder.’’

 

***

 

Carta a los sabios del mundo entero.

 

Muy señores míos:

 

Antes de morir quiero a hacerles a Vds. una revelación importante para que tomen las medidas que se imponen.

 

Durante los fortísimos dolores que he padecido por causa de la operación que he sufrido, he logrado identificar en los momentos de “sublimación del dolor” a unos “seres espirituales”. Estos seres, pude darme cuenta de que se “alimentan de mi dolor”.

 

He llegado pues, tras múltiples experimentos, a esta conclusión: en nuestro ambiente viven unos seres que, por simple instinto de conservación, tienden a fomentar el dolor entre los humanos. Para ello intentan incrementar tanto las desgracias llamadas espirituales como los sufrimientos físicos.

 

A veces, cuando, encerrado en mi habitación, logro ver mi miedo (es una masa de agua que flota), mi esperanza (es una mano cortada) y mi imaginación (es una caja pequeña de cuero de la que sale humo) también veo a estos seres espirituales que son como unos pañuelos de papel que vuelan.

 

Espero que, gracias a mis datos, puedan luchar contra esta terrible plaga de la humanidad.

 

Les saluda muy cordialmente...

 

 

Fernando Arrabal, La piedra de la locura

 

 

 

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