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ateo poeta

Pandoras

Pandoras

Ahora esconde las manos.

 

Esas manos buenas de mi abuela

con las que me acariciaba el pelo

y me llamaba rosa

vida, ángel rubio y guapo.

Esas manos.

 

Esas manos sabias de mi abuela

que hicieron cálido el invierno tejiendo

mantas mejores que las de cualquier

Penélope, que convertían la tristeza en risa

sólo con dejarme la caja de botones

para jugar.

Esas manos.

 

Hoy se apuntó a un curso de internet

y no quiere

que nadie vea esas manos,

dice que están viejas, feas, oscuras

de tanto trabajar en el campo.

 

Ahora, mi abuela, esconde las manos

y no se atreve a tocar el teclado del ordenador.

Y yo, tan lejos como sigo estando de mí misma,

no le digo que esa manos

me hicieron creer en la vida tantas veces,

no le digo que son las manos

más hermosas que jamás tocaron

la tierra.

 

Sofía Castañón, 23 Pandoras

 

 

 

Abandona el cuarto y se abandona a la ducha,

prendiendo a conciencia su olor en las baldosas.

Se asoma silenciosa antes de marcharse del todo.

Él duerme.

Ya descubrirá de día que las princesas madrugan.

 

Carmen Ruiz Fleta, 23 Pandoras

 

 

...Todo lo demás está comprobado.

Todo menos los pequeños trozos de papel

Rasgado en el cenicero.

Cosa tuya, supongo. Tenemos suerte

esa suerte del principiante,

todavía

hay abundancia de alimentos en el frigorífico

Como si conmemorásemos el nacimiento del placer

abrimos y cerramos las puertas blancas, la piel en la nuca

de pronto tensa, nos miramos riendo

y no habitamos en el horror ni en el adversario,

 

Tenemos el resuello de los héroes,

no nos molesta ya

la flaca verbigracia de las niñas y sus paréntesis

ni ese aire tremendo de agotamiento en las cortinas

Autoritarias y voraces, levantando en sus lenguas

Solicitando

Por defecto.

 

También los libros educados por colores

El ritmo de los lo en la cocina por la tarde

Y la lógica dialéctica de un enfermo

Muy

Enfermo.

Y la porción de un abismo apagado en la bola

Del mundo.

 

La contienda del azar, las puertas con sus candados

Los pasatiempos del periódico el orgullo de un pájaro

El ojo como un hueso clavado en la garganta.

 

Este vínculo de articulaciones por la noche y en la

Cama.

Los mensajes morse de unos párpados que tiemblan.

 

Safrika, 23 Pandoras

 

 

Me sorprende que todos os empeñéis

en ser mis madrastras,

mis enanitos,

mis espejitos mágicos,

mis manzanas venenosas.

 

Soy la Blancanieves negra

inmune a vuestro cianuro,

que escupe

a esos príncipes perfectos

plastificados y púberes.

 

Soy la Blancanieves

menstruante,

la princesita preñada,

la impúdica y casquivana

Blancanieves de taberna.

 

La niña despierta,

mientras se hace la dormida.

La Blancanieves

de látigo húngaro,

de katana japonesa

y de puño americano.

La Blancanieves con metralleta.

 

La princesa de la voz agria,

la de los gritos duros,

la de la cerveza amarga.

 

Blancanieves sin madrastra,

sin príncipe,

sin enanos.

 

Sonia San Román, 23 Pandoras

 

 

No soy dueña de nada

mucho menos podría serlo de alguien.

No deberías temer

cuando estrangulo tu sexo,

no pienso darte hijos ni anillos ni promesas.

 

Toda la tierra que tengo la llevo en los zapatos.

Mi casa es este cuerpo que parece una mujer,

no necesito más paredes y adentro tengo

mucho espacio:

ese desierto negro que tanto te asusta.

 

Miriam Reyes, 23 Pandoras

 

 

LA REPONEDORA MURIEL

 

sólo tú haces de un día vacío todo el día

eres el demiurgo sencillo de un universo diminuto

arrastrando en el círculo sexto sección láctea

todo el palé de la tristeza

repones el ansia con el ansia

y el tiempo con el tiempo

sólo tú tienes la contradicción misma

de los dioses

te vanaglorias de un orden

que será siempre destrozado

y al levantarte con el cuerpo tan antiguo

miras los pasillos inexactos

sección deseo llena de realidad

sección verdad llena de historia

a una simple voz tuya todas la bandejas dicen carne

los mostradores revelan la verdad subconsciente de sus 10 grados

se alinean las hileras

surgen anaqueles rebosantes de todo lo que pueda desearse

sólo tú tienes como todas las mañanas

tres horas justas para crear un día

 

María Eloy García, 23 Pandoras

 

 

VIVIENDAS FUNDACIÓN BENÉFICO-SOCIAL

(Sector Sur, Córdoba, 1961-1965). Arquitecto: Rafael de la Hoz

 

Teníamos un tiesto con claveles,

las coplas dedicadas por la radio

y un corazón de periferia

con vistas a la diáspora y al tizne.

 

Yo contaba dos años, tan blanca la memoria

que no recuerdo nada, pero he visto mi barrio

en una exposición de arquitectura

que muestra las vanguardias y el enjambre moderno.

 

La vivienda social era una huida

de los asentamientos marginales.

Así, pensando en los más pobres

y en nuestra natural inclinación

al revoltijo y a la bronca,

nos construyó el franquismo un polígono

de casas protegidas, de refugios al margen,

como nidos aislados de hipoteca.

 

En medio de un solar sin jardineras,

ni césped verde ni inglés ni toboganes,

se edificó una urdimbre de bloques tan idénticos,

con sus cubiertas de teja a dos aguas,

como idénticas jaulas de tristeza

para pájaros torpes o vidas que no logran

alzarse, y a ras de asfalto se mueven

con sus muros de carga paralelos.

 

Viviendas solidarias, dijeron los ministros.

No dijeron más dignas que nosotros,

criaturas sin modales ni costumbre,

casi bestias del campo a la intemperie.

Porque un techo no basta. Porque no hay dignidad

ni en la pobreza ni en el hambre.

 

Teníamos un cielo lapislázuli,

igual que en las películas.

Y un corazón a dos aguas de cauce turbulento,

y un corazón a dos lavas de volcán siciliano,

y un corazón a dos sangres fluyendo por los días.

Teníamos un arte de realismo puro:

fachadas de ladrillo visto,

polvaredas del natural,

secuencias al estilo de Vitorio de Sica.

Y un corazón al revés, a dos aguas.

Pero con una sola muerte.

 

Isabel Pérez Montalbán, 23 Pandoras

 

 

 

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