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Buscando a Eric

Buscando a Eric

 

Nueva parábola político-moral de Ken Loach (y su guionista siamés, Paul Laverty) en su última película: Buscando a Eric (2009). Divertida, con sus ditirambos rocambolescos, como acostumbra, y personajes entrañables, en la línea de algunas de sus otras memorables filmaciones. Pero el aspecto épico del “working-class hero” que reaviva la máxima de “la unión hace la fuerza” y la filosofía dialéctica a la búsqueda de terceras vías posibles, no deja lugar a dudas. Es una didáctica parábola más del Loach de “Pan y rosas”, de “Tierra y libertad”, de “Riff Raff” y tantas otras. Y, en esta ocasión, con una madura dosificación del humor y del drama, de lo verosímil y de lo sorprendente. Entre esto último, la aparición del futbolista Eric Cantona en las alucinaciones esquizofrénicas del protagonista son todo un dechado de lucidez y buen humor. No menos reflexivas son las cuestiones que suscitan la maternidad y la paternidad en solitario, en un segundo plano aparentemente relegado por debajo de la sempiterna cuestión: ¿qué podemos hacer autónoma, justa y eficazmente, al margen del Estado y su monopolio de la violencia, contra aquellos (un caricaturizado mafioso, en este caso) que nos aplican su violencia en lo cotidiano? Hace años leí la respuesta de Saúl Alinsky que reproduce fielmente esta película con la ayuda contemporánea de los vídeos divulgados por internet. Pero no la adelanto aquí con ánimo de que vayáis a descubrirla en vivo (si es que esto es posible decirlo acerca de ver cine, aunque sea en una sala pública). La comercialización del fútbol, la adolescencia a la deriva, la amistad de corazón y el amor sincero son otras tantas vetas que descollan en la historia, con un realismo sutil y sin caer en sermones. En fin, una estimulante maravilla para todos los sentidos.

 

 

 

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