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ateo poeta

Zahoríes

Zahoríes

 

 

Con los tributos de tantas manos y vidas anheladas

se construyeron estos paisajes donde nos inspiramos,

a bocanadas.

Arbóreas estancias donde bullen mensajes, aves

y almas en incienso para dejar constancia del

tesoro de nuestros pechos:

radiantes, bruñidos, sudorosos.

Arena de las reglamentaciones

que se deshacen entre la simbiosis y

el aire propicio que me regalas. Albaceas,

simiente, útero del sentido.

¿Vinimos a este archipiélago de pináculos

para comprender la belleza

contra el tiempo?

La belleza que se enajena del curso del tiempo:

vacío, transparencia,

premonición.

Dicha u orgasmo, tantas veces. Evasión del

trabajo y del tiempo muerto,

sólo, tantas otras.

Lento aprendizaje de los átomos de luz

que traban el amor,

los vínculos elegidos, las premisas.

Voy a ti por la ciudad de la infancia.

En el humus remanente, fértil,

afloran y se solean nuestros equilibrios,

una línea de horizonte pleno,

madera a flote de la racionalidad.

¡Bogar, bogar!

¡Cuán obvio es este deseo!

 

 

 

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