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ateo poeta

 

Quiero comenzar este exordio

señalando la grieta.

 

Ahí, donde yacen los desechos.

En lo oscuro,

donde se impreca.

 

¿Qué artimañas causaron

los estragos?

 

¿Cuál es el límite

para que sigamos tolerando

el alambre oxidado,

atado fuerte, alrededor del cuello?

 

Ya probé

la evasión permanente,

el licor de la asamblea general.

 

En los horizontes anaranjados,

en la brisa húmeda

de la conciencia nítida,

la inmovilidad.

 

De golpe,

sólo así, abrupta,

acontece la realidad

(estrías, desniveles, cortinas de humo).

 

Dentro de mí,

el ojo del huracán.

 

¿Sólo hay que atravesar

lo amargo?

 

Aprecio la longevidad

sazonada

y la rebeldía.

 

Albricias

para quienes aman el caos

sin perder el equilibrio.

 

 

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