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ateo poeta

 

Tocabas el violín casi en penumbra

acariciada por los aromas de una madera

aún latiendo, amando a su barniz de eternidad,

tu respiración jadeante rasgando la brisa

que suscitaba cada nota, imposible de retener

como el aceite salpicando tu gesto de ave

y de historia, conteniendo el vetusto sentido

de las palabras que nunca pronunciarías,

el vigor de tus piernas desnudas como cien

metros lisos, la curvatura de una hipnosis,

no otra cosa invoca tu melodía en el frío,

en la espesura húmeda y gris de lo anhelado,

en la quietud informe desde donde te contemplo,

ya hace mucho, aspirando a tu sublime

sonrisa cimera, nevada, pertinaz, incorruptible,

solícito de tu lengua alimonada vertiendo

jazmines y leche ácida, prosperidad, anticipos

de tus cuerdas vocales, sorteando, de nuevo,

las trampas sembradas por el devenir y por los

espejismos de la vanidad, insolentes, cultivando

la luz en cada resquicio de nuestro cuerpo

astillado, renuente al vacío, siempre conmovido.

 

Fotografía: Sachiko Abe

2 comentarios

ateopoeta -

Gracias a ti por la visita. La verdad es que cada vez que releo poemas de hace más de un año me entran ganas de quemarlos todos y volver a empezar. Pero bueno, alguno (o algún verso) habrá que salvar, así que me fiaré de estas mínimas votaciones ;)

Ana Maria -

Exquisita profundidad. Felicitaciones.