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ateo poeta

 

Nadie nos enseñó

que había otras formas

de avanzar,

de ir.

 

Que no es mejor correr

sin tregua.

 

Que las líneas rectas a lo largo

de una esfera

tienden siempre

a la curvatura.

 

Que retroceder a tiempo

nos puede proporcionar

un impulso

o la armonía predicada

del paisaje.

 

Que los entes enamorados

vuelan contra natura.

 

Y que existen galerías

subterráneas

albergando

un resplandor.

 

Nadie nos advirtió

de esos otros destinos

flotantes que solo

se atraviesan:

 

aprender a no llegar

y aceptar la zozobra

como curso

de acción.

 

Fotografía: Nan Goldin

 

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