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ateo poeta

 

No lo volveré a hacer.

 

No compraré más gardenias

al objeto de decorar la casa

con algo de verde y colorido.

 

Esta planta es terriblemente

sensible y a la más mínima

contrariedad en sus dosis

precisas de agua, abono,

luz y temperatura,

se marchita sin remedio,

casi orgullosa,

como ejemplo indiscutible

del suicidio narcisista.

 

Y, para colmo, está

la maldita profecía

del bolero.

 

 

Fotografía: Gloria Rodríguez

 

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