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ateo poeta

 

Mi madre reside

en un barrio triste

de Fuencarral (Madrid),

una de esas colonias

pobres construidas

bajo la dictadura,

con diseño obrero

de lo más sobrio

pero que las flores

y jardineras

se han encargado

de ornamentar

con su ritmo lento

y firme si se lo juzga

en comparación

al abandono

premeditado

y con alevosía

de las autoridades

competentes

a lo largo de todas

estas décadas.

 

Ha vivido en otros

barrios de mejor

condición, pero este

le quedaba cerca

del trabajo y se mudó

ahí sin importarle

en exceso la vejez

de sus vecinos,

la población

extranjera siempre

desplazada a

alguna periferia,

la juventud

en paro

con una lata

entre las manos

o haciendo

sus trapicheos,

los bares

grasientos,

las peluquerías

con sus chismes

y esos colmados

sombríos

que parecen

anclados

en otra época.

 

Al principio

alquiló incluso

el que fuera

el piso de mi

admirado

profesor

Jesús Ibáñez,

catedrático

íntegro y sabio

que siempre

renunció a lujos

superfluos

y que elaboró

su crítica mordaz

y sociología

desde esta humilde

guarida.

Después se fue

unos portales

más arriba

en la misma calle

y yo la acompañé

unos meses

como para saldar

mis cuentas

filiales

y aprovechar

la oportunidad

exploratoria

de estos márgenes

urbanos.

 

Ahora voy poco

por allí,

a comer

en alguna fecha

señalada,

y a reconocer

en vivo

esas líneas

de violencia

que subyacen

a toda ciudad.

 

 

3 comentarios

Polikarpov -

Importa la compañía. si, pero también el "decorado" o, mejor dicho, el paisaje y la música y un olor y una luz...

ateopoeta -

Esta periferia de Fuencarral la verdad es que me pareció siempre deprimente y no aguanté mucho tiempo, pero de la otra de mi infancia, el barrio de Peñagrande, tengo unos recuerdos de libertad inolvidables. Para la exploración, la curiosidad y la solidaridad de clase, estos barrios son siempre fascinantes, en todo caso. El sexo insaciable y asombroso supongo que se puede tener en cualquier lado, sólo hace falta la compañía adecuada que es, sin embargo, lo menos frecuente :)

Polikarpov -

Conozco y reconozco muchas periferias. También esta. Para mi, siempre sensible al decorado, eran barrios tristísimos. Sin embargo en uno de ellos viví un gran amor de esos de sexo insaciable y asombroso. En el resto sólo viví soledad.