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ateo poeta

 

Como vivía en un país extranjero

y la mayoría no hablaban mi idioma,

empecé a tramar argucias de toda índole

con tal de escuchar el timbre, el acento,

los bucles y las improvisaciones

que ni la palabra escrita ni la ficción

audiovisual eran capaces de producir

con idéntico placer.

 

Todos aquellos encuentros banales

no eran más que pretextos para cometer

mi fechoría, relamerme en la contemplación

de aquel botín de ecos y voces apagándose,

saciar una sed olvidada como la criatura

que reclama su leche debida, su ansia

de mundo.

 

 

Fotografía: Luego

 

 

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