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ateo poeta

 

Tengo un sueño.

Bebo vino.

Siempre hay música en mi cabeza.

Juego con unas niñas

y nos reímos mucho.

La brisa del crepúsculo

me refresca.

Deseo.

De una manera ambigua, indefinida,

pero sé que deseo.

Veo un jardín de flores

lilas y azuladas, parecen olas.

El carmín en los labios me atrae

por más que lo niegue.

Pienso en un mar en calma,

en tiempo para escribir.

Un tiempo precioso.

Ya no me duele nada y me alegro.

Tal vez es la ebriedad.

O el placebo de las palabras

clandestinas.

Deposito unas monedas

en la hucha de los secretos.

Me fijo en la ranura

tan simbólica.

Pero el contenido es muy

transparente, sin hablar apenas.

Ella me observa,

de todos modos.

El viaje onírico remite.

Me incorporo mas el rumor

de lo imaginado sigue conmigo,

no quiere perecer.

La vida continúa

con sus objetos sin voluntad

y con todos los demás seres

aleatorios.

 

 

Fotografía: Jean Loup Sieff

 

2 comentarios

ateopoeta -

no sé si perseguimos sueños o si ellos nos persiguen a nosotros... siempre hay una frontera donde se disipa lo real y, sin embargo, ahí está, tan real como las piedras...

Polikarpov -

...Y cómo no quedarse o no volver a un sueño así. Un sueño de paraíso y sin embargo muy posible, cercano, casi.