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ateo poeta

 

¿Has olvidado tu sombra

en alguna verde pradera con el mar

rugiendo de fondo, donde lo vulnerable

no tenía cabida en el silencioso diálogo

que mantenías con su majestad

el precipicio,

 

y los animales alados seguían

a lo suyo y en esa arrítimica geometría

ya solo esperabas que una brizna te acariciara

las mejillas, algo sólido bajo los pies, membranas,

vértebras, ojos abiertos y vacíos y llenos

y cansados porque era el momento

de ponerle fin al dolor, de ayudar a que

siguiera su curso y sedimentase como

corresponde a su propia naturaleza

y quién soy yo,

 

y qué puedo alterar

de todo ello, con qué derecho si

los tifones y los cráteres y el resurgir

de esa peligrosa capacidad de extasiarse,

como si todo fuera tan sencillo?

 

 

Fotografía: Ana Nieto

 


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