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ateo poeta

 

Y, de repente, aquí en medio,

aparecen

un teléfono oscuro, unas cifras notables,

los apuntes de una reunión

nada voluptuosa,

anagramas que no recuerdo,

el nombre de una calle en otra ciudad,

fechas congeladas, versos a medias

y una frase ininteligible

que recapitulaba toda nuestra

historia de amor.

 

En el resto de páginas constan

mis evasiones habituales.

 

 

Fotografía: Silja Magg

 

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