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ateo poeta

 

Esas máquinas de estudiar

con el cerebro joven

y los huesos firmes

aún soportando sus osadías

ante el mundo,

siguen ahí clavados

a las sillas.

 

Al menos no soy el único

que pringa en esta factoría

de relatos perecederos

un viernes por la noche.

 

 

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