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ateo poeta

 

Mendigar sexo

es mucho peor

que pedir limosna.

 

Nunca sales indemne,

se devuelve con creces

y continúas igual

de hambriento.

 

Lo que no deja de fascinarme

es la discreta elegancia

con que se suele disimular

el intercambio

feroz.

 

 

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