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ateo poeta

 

El amor de los hijos

también se gana.

 

No lo regalan por ahí,

no viene inscrito en los genes,

no te lo deben

en compensación

por los alimentos recibidos.

 

Cuánto derroche

de palabrería

naturalizándolo

como otra forma

de autoridad.

 

Y qué catástrofe

de cosecha

cuando sólo

se han sembrado

truenos.

 

 

Fotografía: Robert Frank

 

 

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