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ateo poeta

 

El ramalazo llega

sin avisar.

 

Ignoro quién es

el domador

y sus intenciones.

 

Esclarece

si lo percibo

a tiempo

y ato los cabos.

 

En caso contrario,

se larga raudo

con el cuento

a otra parte.

 

Siempre deja ahí

su escalofrío.

 

 

Fotografía: Héctor González de Cunco

 

 

 

 

 

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