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ateo poeta

 

El cielo inmenso y despejado,

absorbiendo la luz y los rostros

de la ciudad que nunca podré

abandonar.

 

Pienso en todo el amor que cabalgó

sus calles,

en todos los hilos que quedaron

pendientes,

en el fin de la tarde hipnotizado

por el estallido de las nubes.

 

Volver y no volver.

He conocido formas de huir

que no se sustentaban en ningún suelo.

Formas de llegar.

Expediciones.

 

Y tú atesorabas una persistencia

en los labios.

 

2 comentarios

Anónimo -

O se van y vuelven, o se van y dejan tan buen sabor y legados que siguen con nosotros. A fin de cuentas, no poseemos casi nada. El milagro es como una línea tangente, una y otra vez.

polikarpov -

Porque hay nombres, piel o voces, y es un milagro, que nunca se van.