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ateo poeta

 

La medida apropiada de los peldaños,

el número de pisos que subir y descender,

esta ciudad en vertical, las esperas largas

de los ascensores, la decisión de utilizar

las escaleras, las puertas contra incendios,

el aire acondicionado y la oclusión

de las ventanas, la respiración de la niebla

que cubre las cúpulas, calcular cuántos

botones presionarán los pasajeros y si

coinciden o reducen el viaje, los modelos

de zapatos, la cabeza gacha, anhelo

de la paz interior sin huir ni desplazarme,

leer la prensa de allí y la de aquí

con idéntica sensación fantasmagórica,

cuántas veces somos rechazados,

de qué maneras y grados la violencia,

la pérdida, el levantarse de nuevo,

darles agua a las plantas que están, aún,

más solitarias, porque no creo

en los corazones rotos ni en la cirugía

de los mismos, a menudo las cosas

son mucho más sencillas, abrir un libro,

escuchar, abrazar, comprar flores,

una música japonesa me ayuda

a trabajar, es todo muy repetitivo,

queda poco, queda poco para pasar

a otra tarea muy repetitiva, no ahorrar,

que la felicidad se agote en este viento,

buscar excusas para salir, que sean

esas historias verosímiles las que me

llamen, preguntarme qué pensarás tú,

qué estarás contemplando, recorrer

los mismos pasillos cada día, ducharme,

no hablar demasiado, por qué

continuarán la hipocresía y esos

personajes y esos discursos sobre

los derechos humanos y sobre

la devastación, música impresionista

ahora, hurgar en las carpetas, limitar

el poder del laberinto, para la mayoría

toda esta circulación será inconsciente,

pero no lo sé, no podemos acceder

a la ligera, especulamos, desayunamos,

cumplimos nuestras obligaciones,

tomamos el té con jazmín no muy

caliente, alguien próximo padece

un cáncer terminal, pienso en mis

constantes vitales, mi altura, los análisis

de sangre, hace mucho tiempo ya,

el abismo de las desigualdades,

los pies en la tierra y, sin embargo,

la necesidad del deseo, su imperio

vago y brumoso, la producción

de sentido con indicadores fiables

que satisfagan a mis empleadores,

las páginas en blanco pidiendo más,

el problema de la vivienda y una

arquitectura evocadora, la fragancia,

el cuerpo desnudo, el relámpago,

los senderos sinuosos, esta apabullante

vegetación que nos envuelve,

el marfil, las piedras como corales,

los animales extinguidos, el tesón

de las alumnas de yoga por mantener

el equilibrio, las piernas inmensas

de las jugadoras de voleibol,

los callejones sórdidos y la luna

carcomida por una nueva expedición

astronómica, no sé qué habrás

cocinado hoy, tampoco es plan

de comunicarse con frecuencia,

es mejor así, ocho horas de sueño,

por lo menos, ni siquiera los cascotes

polares son eternos, hay un gran

deshielo en marcha, debemos estar

preparados, cerrar los ojos con fuerza

como en aquellos juegos desiderativos

de la infancia, escondernos y dejar

que nos encuentren.

 

 

Fotografía: Man Ray

 

 

 

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