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ateo poeta

 

Aunque fuera invierno

y se colara el frío

por todas las rendijas

y nos erizase la piel

en su legítima defensa,

 

me quitabas la ropa,

simple y dulcemente,

sin poder disimular

la violencia y las ganas

que habías ido acumulando,

 

y así creabas la luz

y yo no necesitaba más

para subsistir,

y tú te largarías pronto

con la música a otra parte,

movida por la misma sed,

y ya nada sería igual,

pero todo sigue su curso

inexorable.

 

 

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