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ateo poeta

 

En este exilio

el idioma

se te pega

a la piel,

a las maletas mohínas,

duerme en el suelo

de tu apartamento,

no gruñe

ni monologa

como un majara,

se cuela en los bolsillos

de la chaqueta,

se hace el muerto

y resucita de repente,

tararea canciones

prehistóricas,

vive en un limbo,

no paga facturas

ni es hacendoso,

dice pelillos a la mar

si has hablado

con otras lenguas,

se esconde en la alacena

como una lata

de sardinas,

envejece como un tesoro

o un diccionario

polvoriento.

 

A pesar de sus palabras

anticuadas,

consigue destacar

por encima del resto

de muebles

y así, a lo tonto,

se va haciendo

imprescindible.

 

 

Fotografía: Marc Riboud

 

 

 

 

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