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ateo poeta

 

Cuando veo un Porsche

aparcado

no puedo evitar

el furor y las ganas

de lanzarle

unas cuantas piedras.

 

Tanto dinero junto

no puede provenir

de ningún negocio

limpio.

 

Lo mismo me ocurre

cuando veo

a un militar,

sea del bando

que sea.

 

Enseguida pienso

en exigirle

que deponga las armas,

como si yo tuviese

una solución mucho

más eficaz.

 

Sólo mis piedras

y este odio de clase

que cualquier día

me va a costar

una úlcera

de estómago.

 


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