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ateo poeta

 

He visto a los hombres más apacibles y de lenta digestión

caer en la fosa de la amargura y arrancarse la piel a tiras

creyendo ejecutar una obra divina.

 

He visto a los padres de familia y a las madres pluriempleadas

elogiar la moral y las buenas costumbres en los días plomizos

mientras asestaban puñaladas al débil o al ausente

de turno.

 

He visto a los niños y a los ancianos yacer bajo la canícula,

yacer bajo la presunción de inocencia, dinamitando

las torres de un marfil radiante e incomprensible.

 

He visto a los amigos con derecho a roce y a los amantes

esposados a sus alcobas, sirviendo de pasto a las bestias

del océano, su risa apagándose en el crujir de los

colmillos.

 

He visto flores en las cumbres nevadas como las manos

sucias que piden limosna, y cábalas metafísicas desde

los altavoces del exceso que piden por caridad, y

la ovación al apocalipsis que se transmite como

una instancia administrativa.

 

He visto a consejeros que pierden el norte, pleitos

que devoran a sus abogados, gobiernos que se

pudren a la velocidad cuántica de las carcomas

que los alimentan.

 

He visto los disfraces de la locura cuando viene

a seccionarme la vena aorta y a los elefantes

hegemónicos causando una mayor intranquilidad

que los hoteles estrellados.

 

 

Fotografía: Olmo Calvo

 

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