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ateo poeta

 

Afilo las uñas de las palabras

porque se avecina la escisión irrefutable,

con sus lapsus sintomáticos.

 

El amor no es la noche sino un ataque al corazón.

Que opera a tumba abierta.

 

Una luz que florece desnuda mientras

se congregan los locos contentos al cobijo

de un bosque preñado de diamantes.

 

Entonces alinear los arrestos con las migajas

de una cotidianidad que repele la ausencia.

 

Zanjar el curso de lo estéril.

 

Que el agua de lo impensable se transfiera

a la negociación de un permanecer denso.

 

 

Fotografía: Irene Cruz

 

 

 

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