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ateo poeta

 

Otra ciudad nublada,

otro congreso soporífero,

otro hotel vacío de luz.

 

Pero que no cunda el pánico:

tengo suficiente trabajo

para aburrirme

durante horas eternas

mientras los turistas corren

diligentes a hacer el suyo:

 

dejando su rastro perfumado

por las calles en cuestión,

cancelando su idioma inútil

en la viscosa ingenuidad

de su privilegio

como paseantes.

 

Si tú hubieras venido

o si emergieras de la nada

como una profecía rota,

alzaríamos los caballos

hasta beber el blanco y negro

que nos rodea.

 

 

Fotografía: Miguel A. Martínez

 

 

 

 

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