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ateo poeta

 

Dos niñas con una notable diferencia

de altura, un perro asido a la muñeca

de una de ellas y enlazado imaginariamente

a la otra, pasan al trote. Al fondo,

una parcela vacante, tierra húmeda,

no hay vallas cercándola en dos de sus

flancos. En los restantes se erigen grises

medianeras con algún ventanuco

asomando. Sin prisas, no parecen

ajustarse al horario escolar. El cielo

está encapotado. Dudo si elegiría

el color, por sus vestidos y la animación

de los demás transeúntes. Suceden

en la inmediatez, apenas he podido

vislumbrar mi sueño. Rozamos el

grado cero, mis manos están cálidas

dentro de sus guantes. No tengo

tiempo de sacar la cámara. Durante

días y años recuerdo esa imagen

que no pude fotografiar.

 

 

Fotografía: Miguel A. Martínez

 

 

 

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