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ateo poeta

 

Dios

no trabaja por ti.

 

Aunque puedo entender

que tú quieras trabajar para Dios.

 

Dios

no te da los medicamentos

que necesitas.

 

Eres libre, eso sí, de pensar que fue su mente

la que iluminó a quienes investigaron su química

hasta el insomnio.

 

Dios

no paga tus facturas ni tus impuestos.

 

Esos asuntos menores, dirás,

solo interfieren

en nuestro camino seguro hacia el paraíso.

Donde nadie los reclamará.

 

O serán perdonados. (Pelillos a la mar.)

 

Dios misericordioso no salva

a las miles y los millones de criaturas

que perecen a cada minuto en esta tierra, la que es.

 

Dios

incluso

anima a algunos a persistir

con la carnicería.

 

Me irrita Dios.

 

No quienes se aferran a su idea infinita

sin otros daños colaterales.

 

Dios

que funda escuelas, conventos, empresas, ejércitos

y no se apea de la boca de presidentes.

 

Dios

como negocio de las almas, ofuscación, axiomática.

 

Me irrita

porque he visto los daños.

 

Y porque no pretendo barrerlo de un plumazo de esta faz

ni de las cavidades de ultratumba en donde han nacido todas

sus máscaras.

 

Que se las arreglen como puedan

con sus divinidades.

 

Y que dejen de dar la murga con el susodicho.

 

Para mí Dios solo puede existir cerca o dentro de ti.

 

 

 

 

 

 

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