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ateo poeta

 

Han pasado muchas horas

desde la última vez.

No puedo rasgar el silencio

a lo bruto, dónde caerán las astillas

y el fuego incipiente.

 

La película tiene uñas, fusiles, ojos

sin rencor pero nadie incinerará

los cadáveres en su núcleo.

No hay paz.

Ni refugios sin humillación.

Volvemos a casa caminando

junto al tráfico en retirada

y persianas que clausuran

el día.

 

¿Qué fragancias y en qué exacto

lugar estarán ahora en su culmen?

 

A las ocho de la mañana inician

las perforaciones en el solar

adyacente. Van a demoler otro edificio,

deconstruir, sin mayor interés

filosófico.

Nadie quiere ir a trabajar. Esa es

toda la interpretación

que deduzco de tu cuerpo nevado.

 

Repararé los hiatos, la inercia

en la medida de lo posible.

Es el día más frío de los tropicales.

Y sonrío eufórico al salir

como si ya supiera qué hacer

con tantas contradicciones.

 

Todo lo pensé antes en forma

de relato corto y acabó

en manos de las muy tercas líneas

fragmentadas.

 

 

Fotografía: Albarrán Cabrera

 

 

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