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ateo poeta

aniversario y anti-definiciones

aniversario y anti-definiciones

 

 

Este es un “blog” donde doy rienda suelta a algunas de mis inquietudes artísticas. No es un blog autobiográfico, aunque está lleno de vetas por donde, a menudo, fluyen mis estados de ánimo y los de quienes leen y comentan las lecturas. Es, sobre todo, un regalo para quienes siento cerca, aunque la distancia física o mis torpezas en la comunicación más directa indiquen, por desgracia, lo contrario (que están lejos...). Un regalo de pequeños fragmentos de imaginación y realidad, expresados a través de la literatura, la música, el cine o la meditación de distinta índole discurriendo por sus entrañas. Ateopoeta es un palíndromo que nació de la perplejidad ante las sorpresas, terribles o hermosas, que se presentan en la vida. Y, por ende, busca desesperadamente a sus congéneres a lo largo y ancho del planeta, aunque sean pocos y dispersos. En fin, que es mi segundo cumpleaños virtual y el trigésimo octavo carnal, y que quería celebrarlo con vosotros/as, siempre jóvenes.

 

Ah, por cierto, al objeto de desentrañar la críptica clasificación de los contenidos en secciones, valgan las siguientes aclaraciones (o anti-definiciones):

 

Otras poesías: casi siempre, versos y canciones que van cruzándose en mi camino y que le ponen la guinda a un día o a una semana; ocasionalmente, algunas novelas, películas o experiencias que parecen dialogar contigo en ese lenguaje reflexivo, empático y cargado de belleza y emociones que te saca de la rutina hacia lo único y extraordinario.

 

Trans-fronterizos: algunos comentarios o extractos de los libros y creaciones cinematográficas que me ayudan a viajar por todos los países, culturas, sueños, individuos, terrenos de fantasía y de sentimientos universales, miserias humanas y límites arbitrarios; o sea, una auténtica e inexcusable pérdida de tiempo en leer, observar, escuchar y comprender a todos aquéllos que nos circundan, aunque sea a través de tantas mediaciones.

 

Léxico íntimo: sección casi huérfana y minoría relegada por desnutrición, aunque vio la luz entusiasta a raíz del estímulo de un “diccionario ilustrado” de la editorial Media Vaca (cuyo lema es “libros para niños ¡no sólo para niños!”) que se titula Mis primeras 80.000 palabras y con el que me agasajó Uxía en uno de mis aniversarios (el libro, si recuerdo bien, lo adquirió en una selecta librería del barrio de Monte Alto, en La Coruña); otro inquietante y cartográfico libro titulado The Atlas of Experience (de Louise Van Swaaij y Jean Klare) que compré en Chicago y que releía en Pekín con Xuefei cuando este blog se estaba gestando, contribuyó, no menos, a inaugurar este cofre del tesoro con algunas de las palabras que siempre me han deslumbrado; sirva esta prolífica justificación para persuadir a los incrédulos del futuro renacer de esta sección con más esplendor si cabe (se admiten sugerencias, claro; las conspiraciones, mejor colectivas: conspirar es respirar juntos).

 

Exhibicionismo: modestia aparte, aún no sé cómo me he atrevido aquí a castigar a mis amistades con la exhibición de los textos con pretensiones literarias que se me ocurre inventar de vez en cuando; digamos que son sólo fruto de una necesidad inefable, no de una profesión ni oficio suficientemente cultivados (otras obligaciones más prosaicas, de mera supervivencia, suelen interferir en las exigentes operaciones de sacar lustre y limar asperezas a las ficciones para que sean verídicas y sugerentes); pero ahí están, a falta de otra proyección en la industria editorial o en los premios de postín y alto copete, para que, al menos, lleguen a oídos de mi bienquerido público cautivo y poco dado a la crítica desalentadora en general.

 

Por supuesto, a quienes os habéis enredado conmigo en este espacio de lecturas libres, os agradezco sinceramente los comentarios y la complicidad, que espero seguir compartiendo. Eso sí, ¡ojo! Como decía el refrán: “primum vivere, deinde philosophare”. O, como ironizaba un poeta en un pin que regalaba en su recital: “leer os hará libros”.

 

 

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