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ateo poeta

 

Vuelvo a casa fiel a la rutina.

Los mismos segmentos de suelo que ceden

al pasar por ellos, paisajes inertes.

 

No soy roca ni océano, pero las ausencias

brotan como líquenes.

Fracciones de la memoria que tienden

a la dispersión, a una vida sin centro.

 

Es hora de que lo fluido adquiera

corporalidad. Busco después el gradiente

dócil y el armisticio con el sueño.

 

 

Fotografía: Guillermo Asián

 

 

 

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