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ateo poeta

 

A este ritmo

el gran colapso

acaecerá

más pronto

que tarde.

 

Las lamentaciones

y llamadas

a la sensatez

se hundirán

en el légamo.

Nada nuevo,

es lo habitual,

para qué

escuchar

a un árbol.

 

Los gorriones

petrificados

y envueltos

en una tóxica

nubosidad

como egregios

representantes

de la memoria

del canto.

 

Se habrán vertido

ríos de sangre

inocente

y unas gotas

escasas

de la culpable.

Aunque ya

no será tiempo

para distingos

morales.

 

Hasta los números

irracionales

y transcendentes

perecerán

devorados

por el mismo

magma.

Y quién calculará

los días dulces

del verano

cuando todo

el pálpito apenas

exprese

su agonía.

 

Hoy sólo

deseo

un suicidio

purgador

de quienes

tienen la sartén

por el mango.

Al resto

de criaturas

no nos queda

más remedio

que ir

preparándonos

para lo peor.

 

Y que no

esperen

que compartamos

los milagrosos

instantes

de felicidad

que se nos crucen

en el camino.

Como no sea

con el propósito

de amargarles

la vida.

 

 

 

 

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