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ateo poeta

 

Un poema anti-capitalista

no consiste en

 

contemplar las dos orillas del Bósforo

con su azules y esplendor

 

porque el 13 de mayo en Soma, Turquía,

unos 300 mineros fallecieron

en un accidente evitable

 

(y yo deambulaba por las calles

de Estambul).

 

Un poema anti-capitalista

no determina las causas

 

de la muerte por asfixia,

de los informes oficiales que dos meses

antes daban el visto bueno

a las condiciones de seguridad

e higiene en el puesto de trabajo

 

porque es inaceptable que la suprema

autoridad del país declarase,

horas después,

que este tipo de sucesos

son frecuentes

y naturales.

 

Un poema anti-capitalista

no enarbola banderas ni levanta

barricadas de fuego ritual

 

porque es la población enfurecida

la que le planta cara

al gas pimienta y a los camiones

acorazados y a las fuerzas

de choque

 

solo para señalar que lo ocurrido

debería tildarse de asesinato.

 

Un poema anti-capitalista

no pretende

 

indicar el camino de la lucha

ni contabilizar los cadáveres acumulados

a lo largo del año

y de los diversos sectores de actividad

mediante sangrantes estadísticas

comparadas

 

porque no soportaríamos el peso

de tanta evidencia.

 

Un poema anti-capitalista

no divaga sobre la ley del valor

y el sacrosanto beneficio

del capital

que aquí y ahora todo lo justifica

 

porque los tratados internacionales

que el gobierno no firmó

 

o las comisiones parlamentarias

abortadas

antes de llegar a suscitarse

 

apenas aliviarían

los conflictos de intereses

sustantivos.

 

Un poema anti-capitalista

no se conforma

 

con exigir responsabilidades políticas

o un código de ética empresarial

o nacionalizar los recursos comunes

 

que antes se cedieron

a las amistades estratégicamente

situadas

 

porque la emancipación de los trabajadores

será obra de ellos mismos

 

mientras vivan esta vida

y no aspiren

a promesas de eternidad.

 

Un poema anti-capitalista

no dilucida la estética apropiada

ni se arroga facultades

premonitorias

 

ni tampoco puede resarcir

a quien lo escribe

de sus ambivalentes

condiciones de producción

 

porque tan lamentable es

permanecer de rodillas

como pasar página después

de expresar nuestras

más sentidas

condolencias.

 

 

Fotografía: Angel García

 

 

 

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