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ateo poeta

 

No es solo

cuando te quitas

la ropa.

 

Ni cuando unas rachas

de oscuridad

te iluminan.

 

Ni tu boca

de pez respirando

sedienta.

 

Ni los pliegues

de tejidos

donde se nace

al dolor.

 

Esa luz

inconclusa.

 

El esquivo cuerpo

infinito.

 

Nada de ello,

sin la agitación,

sin tu cintura feliz

y aquella música

antes,

me sobrecogería.

 

 

Fotografía: ateopoeta

 

 


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