No es solo
cuando te quitas
la ropa.
Ni cuando unas rachas
de oscuridad
te iluminan.
Ni tu boca
de pez respirando
sedienta.
Ni los pliegues
de tejidos
donde se nace
al dolor.
Esa luz
inconclusa.
El esquivo cuerpo
infinito.
Nada de ello,
sin la agitación,
sin tu cintura feliz
y aquella música
antes,
me sobrecogería.
Fotografía: ateopoeta
0 comentarios