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ateo poeta

dos advertencias y una súplica

dos advertencias y una súplica

 

Las pocas veces

que he sido feliz

he tenido un profundo miedo

¿cómo iba a pagar la factura?

 

Sólo los insensatos

-o los no nacidos-

son felices sin temor.

 

 

 

Tú querías que el placer fuera una casa

y vivir eternamente en su morada.
Pero el placer era un cuarto de alquiler.

 

Tú querías que el placer fuera un castillo

con anchos muros como ancas de mujer.

Pero el placer era agua

no era piedra

iba y venía

se secaba

como los cauces de los ríos antiguos.

 

 

 

Se busca musa. Abstenerse flacas

resentidas travestidos y envidiosas.

Sueldo escaso

noches de amor intenso

y libros como hijos.

 

 

 

Cristina Peri Rossi. Estrategias del deseo

 

 

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