documentales sobre anarquismo III
El honor de las injurias, de Carlos García-Alix, recorre la vida de otro personaje que abrazó el anarquismo en su vertiente más violenta: Felipe Sandoval. Éste llegó a ser uno de los principales ejecutores de quintacolumnistas en el Madrid asediado despiadadamente por las tropas de Franco durante la Guerra Civil. Antes se había iniciado en estafas, atracos, secuestros y asesinatos selectivos de pistoleros derechistas que, a su vez, se dedicaban a aniquilar a sindicalistas revolucionarios. La voz en off del narrador y la abundancia de imágenes en blanco y negro extraídas de múltiples archivos, ofrecen una visión trágica, sangrante, abrumadora y apocalíptica. El narrador y director, aunque no deja de guiarnos de forma explícita, se coloca en una tierra de nadie, existencialmente distante tanto del fascismo rampante que asoló el país, como de los utópicos anarquistas que quisieron hacer la revolución aquí y ahora en uno de los momentos más convulsos del siglo XX. Ni siquiera por omisión se pueden deducir sus preferencias: su descripción de los acontecimientos (más bien, de carácter contextualizador, demasiado puntuales y salpicados) no se retrae de comentarios que denotan un profundo escepticismo ante la política. Pero la elección de Sandoval como hilo conductor no parece fortuita: quien nace en los arrabales de la miseria tiene derecho a la revancha, a dejar de servir. El problema, más bien, parece residir en los medios que se emplean para esa emancipación y en lo que hacen los demás actores -amigos, enemigos y terceros. Si algo consigue esta cinta, por lo tanto, es bañarnos en una estética sucesión de postales de época a la vez que suscitarnos dudas de todo tipo ante aquellos revolucionarios abocados a la acción pistola en ristre. ¡Qué lejos de aquellos magníficos cinco minutos de colectivización representados en Tierra y Libertad, de Ken Loach!
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