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ateo poeta

Mala gente

Mala gente

Al parecer, llevamos unos años (aproximadamente, desde 1996, sexagésimo aniversario del Golpe de Estado de Franco y sus secuaces contra el gobierno de la República española) de gran afluencia de libros en quioscos y librerías sobre aquella infame época de la mal llamada Guerra Civil y su “larga noche de piedra” subsiguiente. Nunca la obscenidad fue tan rampante. Después de tanto silencio, tanta desmemoria, tantas humillaciones oficializadas y tan insultante reproducción de las mismas fortunas y élites sociales, parece que ya se puede hablar, que hay libros para todos los gustos y que la “reconciliación nacional”, final y naturalmente, se da en ese inocente mercado literario y pseudohistórico. ¡Qué vergüenza que tantas generaciones hayan pasado por la escuela con ese vacío ignominioso en sus planes de estudios! ¡Y qué raquítica la legislación que ni siquiera ha venido a paliar un ápice todo ese terror infligido sistemáticamente por ese fascismo longevo y sanguinario que gobernó con plena impunidad internacional durante cuarenta años! Los que olvidan su historia, dicen, corren el riesgo de volver a repetirla...

 

Mala gente que camina (Benjamín Prado, 2006) era una más de ese montón de publicaciones que ya casi no tenía ganas ni de consultar, después de años de hacerme preguntas y escarbar por mi cuenta en algunos de esos pozos intocables, según nos indujeron a pensar. Pero ha sido un regalo de cumpleaños oportuno y gratificante (gracias, Cristina), con una buena historia que me ha intrigado desde el principio, aunque no es difícil adivinar su desenlace desde la mitad de esta voluminosa novela. Algunos personajes quizás están desarrollados y presentados un poco excesiva y formalmente, y la abundante información documental también abruma y hasta hace un poco pedantes algunos diálogos, pero el tono de denuncia política y la trama son interesantes. El narrador es un profesor de instituto que aparenta usar esta novela para contar en forma de ficción lo que no le permiten hacer en forma de ensayo histórico y filológico. Dedicado a estudiar la literatura de posguerra y, en particular, la de autores sutilmente díscolos con el Régimen del dictador como Carmen Laforet y Luis Martín-Santos, descubre a una escritora frustrada y olvidada que, sin embargo, fue astuta y tenaz en denunciar el rapto de hijos republicanos por el Estado y la Iglesia. El autor-narrador estima que más de 30.000 niños habrían sido extirpados de sus madres y familias, o repatriados forzosamente, después de fusilar o encerrar perpetuamente a sus progenitores. Y salpica la narración con las numerosas atrocidades a las que fueron sometidas las mujeres encarceladas por el Régimen e, incluso, las que sufrieron miles de aquellos niños en su vil trueque cuando no perecieron por pura alevosía de aquellos “cristianos” fundamentalistas. Apasionantes resultan también los excursos que hace para mostrar cuántos falangistas se intentaron reconvertir en paladines de la democracia después de haber escrito auténticos panfletos terroristas, y cuántos escritores exitosos secundaron aquella complicidad sin el menor remordimiento. De lo que se trataba era de mantener el poder, medrar, estar con los vencedores y hacer culpables a las víctimas. Y muy pocos fueron capaces de nadar y guardar la ropa, o de nadar entre dos aguas. En fin, como decía otro verso de Antonio Machado también citado en el libro (“mala gente que camina” es uno): “una de las dos Españas ha de helarte el corazón”.

 

 

 

1 comentario

Polikarpov -

Disfruté con su lectura. Lo compré en cuanto salió publicado hace ¿dos años? y aún le recuerdo con gusto. Una buena novela de una historia olvidada...