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ateo poeta

Profesor Bonaventura Bassegoda

Profesor Bonaventura Bassegoda


Le recuerdo alto y grueso,
procaz, sentimental. Usted, entonces,
era una autoridad en Cimientos Profundos.
Inició siempre nuestra clase así:
«Señores, buenos días.
Hoy hace tantos años, tantos meses
y tantos días que murió mi hija».
Y solía secarse alguna lágrima.
Teníamos veinte años, más o menos,
y el hombre corpulento que usted era
llorando en plena clase,
nunca nos hizo sonreír.
¿Cuánto hace ya que usted no cuenta el tiempo?
He pensado en nosotros y en usted,
hoy que soy una amarga sombra suya
porque mi hija, ahora hace dos meses,
tres días y seis horas
que tiene sus profundos cimientos en la muerte.

 

Joan Margarit, Joana

 

 

2 comentarios

polikarpov -

Es verdad que conmueve y hace temblar. Nos recuerda que desde que fuimos padres perdimos la inmortalidad.

ateopoeta -

Estábamos curioseando en una librería de Cartagena. La estantería de poesía estaba repleta, y me alegré. Despué, las dependientas nos dijeron que hace años incluso tenían muchos más volúmenes, pero que poco a poco van mermando hasta que algún día impere la transparencia y a las palabras impresas se las lleve el viento. Escogí este libro porque alguna vez había leído algún poema de Margarit en blogs de otros poetas. Fue abrirlo por la página del "Profesor Bonaventura Bassegoda", leerlo de un tirón y sentir una inmensa vibración de los versos y del alma, un diálogo anónimo con el escritor y su dolor, tanto que no pude evitar una lagrimita asomando por la comisura. Pensé entonces en aquella película sobre los cerezos en flor en Japón, adonde llega un hombre alemán a esparcir las cenizas de su mujer fallecida y a bailar con los espíritus que ella siempre anheló. El resto del libro de Margarit dedicado a su hija Joana es también conmovedor, pero este poema tiene una extraña capacidad evocadora y musical que te permite desaparecer en él, encontrarte dentro de él, aceptar la muerte con él.