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¿Puede un poema conjugar una tríada
de sinsabores?
Por un lado, alargar el brazo de las disidencias
y de las investigaciones en el destello
de la cruda palabra.
Por otro lado, dar de beber a esa sed de infancia,
a lo desgajado y a lo proscrito.
En cualquier caso, que el filo de la navaja corte
con su quimérica luz una porción del envés
de la realidad.
Fotografía: Willy Ronis
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