Lo más difícil es la sinceridad.
Para comunicarla exquisitamente
antes hay que haber ahondado
mucho dentro de uno
y haberse arrancado
muchas malas hierbas.
Cuánto hubiéramos ganado
si en lugar de tanta verdad
nos hubiéramos contado
más secretos al oído.
Fotografía: Anita Leisz
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