Yo no tengo las llaves.
Algunas puertas están abiertas, pero nadie
es culpable por atravesarlas.
Lástima de religiones y de las escuelas
donde lavan los cerebros.
Lástima de charlatanería que se pretende
seria y respetable.
Con el martillo de la realidad se aplastan
flores nacientes.
Grandes embaucadores hacen malabarismos
con los juegos de lenguaje.
¿Y quién da la batalla contra la hegemonía:
ilustrando otra praxis, sin dobleces?
¿Y cómo tender puentes desde aquí hacia
lo germinal en bruto y su ternura?
Estoy pensando, más que nada, en un cristal
capaz de herir los privilegios.
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polikarpov -