Ya se me ha pasado el arroz.
De todas esas jovencitas
me separa un abismo
infranqueable,
por mucho que tonteemos.
Habrá llegado la hora, supongo,
de deleitarse a distancia
-sin menoscabo
de la ternura.
Aprender de ellas,
no hay otro sentido:
de su afán
por romper moldes.
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