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ateo poeta

 

Se sentó a mi lado, cerró los ojos

y su cabeza iba tambaleándose

como un muelle unido

al resto del cuerpo.

 

Acabó reposando en mi hombro

y creo que los dos elaboramos

sueños muy fértiles

y deliciosos.

 

El mundo llegó a su fin

cuando salió disparada

con su maleta en una

de tantas estaciones

posibles.

 

 

Fotografía: Sofía Santaclara

 

 

 

 

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