Se sentó a mi lado, cerró los ojos
y su cabeza iba tambaleándose
como un muelle unido
al resto del cuerpo.
Acabó reposando en mi hombro
y creo que los dos elaboramos
sueños muy fértiles
y deliciosos.
El mundo llegó a su fin
cuando salió disparada
con su maleta en una
de tantas estaciones
posibles.
Fotografía: Sofía Santaclara
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