La matanza está servida en la mesa
de un desierto sin compasión.
¿Por qué el sol allí no ha resecado
aún la sangre de milenios y de creyentes
y de escépticos vertida?
Maldigo, maldigo y mis armas se tiñen
de impotencia. Aves en fuga, mujeres
aliadas de la tormenta.
Lo único que retorna es la crueldad.
Justo donde las moradas y en lo más
inhóspito.
Fotografía: Miguel A. Martínez
La matanza está servida en la mesa
de un desierto sin compasión.
¿Por qué el sol allí no ha resecado
aún la sangre de milenios y de creyentes
y de escépticos vertida?
Maldigo, maldigo y mis armas se tiñen
de impotencia. Aves en fuga, mujeres
aliadas de la tormenta.
Lo único que retorna es la crueldad.
Justo donde las moradas y en lo más
inhóspito.
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