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ateo poeta

 

 

Permanece una tentación de eclipse

y fulgor.

 

No hay rutina ni ingenio robótico

que pueda llenar el vacío, el afán,

el hambre.

 

Manipulamos el exterior tangible.

Con poca mesura. Ven a mi casa.

Desandemos.

 

Y los hilos de seda, opacos, que unen

lo necesario, apenas se inmutan.

 

¿Qué nombre pide entonces

la libertad?

 

 

Fotografía: Viki Kollerová

 

 

 

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