Permanece una tentación de eclipse
y fulgor.
No hay rutina ni ingenio robótico
que pueda llenar el vacío, el afán,
el hambre.
Manipulamos el exterior tangible.
Con poca mesura. Ven a mi casa.
Desandemos.
Y los hilos de seda, opacos, que unen
lo necesario, apenas se inmutan.
¿Qué nombre pide entonces
la libertad?
Fotografía: Viki Kollerová
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