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ateo poeta

 

añado calabaza al cocido, la cebolla

ya se ha pochado en aceite

de oliva, algas coreanas, dice el envase

unas lentejas rosáceas, medio partidas

así se cuecen antes, y quinoa

por tomar un cereal distinto, uno se cansa

de tanto arroz y pasta, aunque a veces

son exquisitos, esas mezclas locales

mejor no preguntar qué contienen

incluso el té con leche es una variedad

autóctona de rara imitación

 

Sé que Ramón disfrutaría de lo lindo

comer en la calle, en los chiringuitos

tocar, oler, transar en los mercados

la carne torrada, muchos peces aún

coleando en cubos de plástico con agua

sésamo, tofu, bayas y frutos para sopas

cuyo nombre desconozco

no he visto gusanos y arañas crujientes

como en Tailandia

pero en la medicina china recetan

mejunjes aún más repulsivos

para un paladar occidental

 

y no es por la huella ecológica, las cosas

siguen complicadas en Madrid

la propaganda de las élites apenas convence

a propios y extraños

los salarios están por los suelos

los trileros de la economía lo pintan

de otra manera

hasta que estalla el nuevo escándalo

de corrupción y afloran los millones

en tramas de empresas, sobornos

podredumbre

aquel turismo por placer, las escapadas

se han cancelado, ese tren de vida

vuelve a ser patrimonio

exclusivo de cuatro familias

 

aquí se cocina poco en casa o lo hacen

las criadas, los viejos, las clases

populares, algunos amigos, Marta, Ricardo, Violeta

el tamaño de las viviendas, minúsculo

hacinamiento

especulación inmobiliaria, el sector

hostelero surfea la ola, un restaurante

cada diez metros

para todos los bolsillos, víveres

que proceden de cualquier punta

del planeta, cosmópolis

más petróleo

 

trazar el origen

 

 

Fotografía: yama-bato

 

 

 

 

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