¿Qué será de nuestra túnica aterciopelada
cuando las aves expresen una multitud
de próspera germinación?
¿Cómo se conservarán incandescentes
las ascuas y la mirada llena de espuma
y sal y un variable oleaje cuya luz
exacta nadie pudo determinar?
¿Acaso la arquitectura del deseo
se plegaría al visado de pasaportes?
¿Desandar el camino conduce a qué
lugar de residencia
y metamorfosis?
En este plano inmóvil, ¿qué imprevisto
acontecer nos transferirá la soberanía
de la mística cotidiana
y de la alimentación?
Con los cuerpos dañados que curan.
En la gramática latente del viaje.
¿Es el hueso blanco de la realidad
o el informe caprichoso emitido
por la plenitud?
Fotografía: Sára Saudkova
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