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ateo poeta

una guerra más...

una guerra más...


El domingo pasado volvieron a proyectar en el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) un nutrido grupo de documentales sociales y políticos. Bajo el título de “Exodus: Los márgenes del imperio”, rememorando el eterno clamor de Bob Marley, nos ofrecieron una muestra más de multitud de experiencias y voces críticas ante las demencias incesantes de este mundo. Es sorprendente y alentador que en ese lugar se abran a tanta gente estos trabajos y su acceso, además, sea gratuito. Los archivos también pueden consultarse fuera de los días de proyección pública y merecen toda la atención de video-activistas dispersos por doquier: http://www.desorg.org/. El documental que más me conmocionó fue “Cartas desde Beirut: La guerra de 33” (Big Noise Films, 2007). Quizás porque, incluso en los momentos de mayor impotencia ante las bombas, desprendía ese sentido poético de la vida que me alienta cada día. El rostro compungido, pero firme, de la periodista Hanady Salman que va leyendo las cartas enviadas a un blog cualquiera (http://beirutjournal.blogspot.com/), enviadas modesta y sinceramente al aire del ciberespacio tras cada ataque israelí el pasado verano de 2006. La vida cotidiana en las playas o en su oficina, alternando con un adolescente rebuscando entre los escombros de los edificios bombardeados o con una niña hospitalizada que había perdido a toda su familia. Las manchas de aceite y los colores difuminando las figuras al cambiar de escenarios. El pulso templado de los acontecimientos dolorosos. No es sólo una crónica desesperada de la masacre y de las complicidades internacionales, de nuestra pasividad, sino un ejercicio de resistencia solitario. Una forma de confiar en los detalles y en las pequeñas solidaridades que alumbran las ganas de vivir, a pesar de los pesares. Por eso son conmovedoras estas cartas, escucharlas de viva voz, pausadas, dignas, conminándonos a decir y a hacer algo a cada uno de los que estamos delante de la pantalla... En fin, una guerra más, un horror más con la venia y la complicidad interesada de quienes mandan. En una cadena musical he visto hoy el vídeo de Green Day haciendo una versión de otra canción clásica de aquellos músicos utópicos que ya no parecen abundar: “Working class hero”, de John Lennon. En las imágenes intercalaban crudas declaraciones de supervivientes de otro genocidio contemporáneo, el de Darfur (en Sudán). Entonces, de nuevo consternado, recordé que entre los documentales del pasado domingo se proyectó uno muy didáctico y agitador de tantos sentimientos de pequeñez, “Desobediencia” (Patricio Henríquez, 2005). Un desertor del ejército israelí, otro del ejército estadounidense (un joven que es, vaya paradoja, el hijo de aquel viejo sandinista nicaragüense, Carlos Mejía Godoy, que también cantaba en tiempos revolucionarios frente a la agresión militar de Estados Unidos) y un alto mando militar chileno que se negó a ejecutar los asesinatos sumarísimos impuestos por la cúpula militar golpista de 1973. Eran elocuentes en su mensaje: una guerra más -injusta e innecesaria como todas- y un soldado menos.



1 comentario

rocio -

me encanta leer los comentarios de las cosas que he compartido contigo..volverlas a ver a través de tus ojos, recrearlas con tantas palabras juguetonas que escondes en tu boca o en tus manos, según el rato. Gracias por todo lo que me enseñas.