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Poética, ¿por qué no?

Poética, ¿por qué no?

 

¿Escribir poéticas es una traición a la poesía? ¿Una recaída en las avenidas de la racionalidad en vez de seguir por caminos secundarios, sendas cortadas, curvas y atajos no reglados? Pero, ¿no es igualmente deleznable la inescrutable teorización de quien lo oculta todo tras una tortuosa desconstrucción? ¿Y qué decir de quienes elevan esta bella arte al supremo olimpo de los bardos sin mácula, separándola de otras artes, de la vida, de sus prosaicas subjetividades? Para mí la poesía es una forma más de interrogar al mundo en toda su inabarcable materialidad, a nuestros congéneres informes o concretos, y, por supuesto, a nuestro propio devenir oscilante y mortal. Interrogar e interpelar. Con la conciencia inconformista ante la objetividad gélida y ante la arbitraria individualidad. Empero, atrapados en sus redes, en un ejercicio de éxodo de la insatisfacción. No es tan diferente, pues, de otros relatos de ficción. Sólo es necesario cantar, dejarse deslumbrar por las palabras cargadas de hermosa significatividad, componer versos con la mayor libertad sintáctica y gramatical de que seamos capaces sin pervertir nuestra voluntad de interrogación e interpelación. Cultivar la belleza del lenguaje incluso por encima, es verdad, de su contenido deíctico y referencial. Cultivar, por lo tanto, la evocación, lo soñado, lo no pensado, las plantas, los animales, las cosas y los seres que albergamos sin querer, o queriendo. Y el amor por la mutualidad, por los sentimientos del límite, aquellos que no se admiten en otros espacios o que se disipan en los divanes de los terapeutas. Poetizar la vida, vivirla con un sentido poético (se escriba o no “poesía”), es una gimnasia de los afectos ávidos por conocer su lugar en ella. ¿Por qué tantos empeños en cribar y categorizar a quienes se decantan por el “conocimiento” vis a vis con quienes, supuestamente, sólo se decantan por el lirismo, el formalismo, o el solipsismo? La poesía, a mi modesto entender, gana sus lides cuando combina todas las armas de ser, sentir y saber en diálogo implacable con otros cantos, con otras artes y con la fascinación de vivir. ¿O será, simplemente, que hoy he dejado a un lado de la cama vacía el nihilismo siempre acechante? No sugiero tanto que se divague en torno a la originalidad y autenticidad radicales como en formol de cada obra -pues todas están impregnadas de múltiples barnices adquiridos en lecturas, miradas y contemplaciones miméticas-, sino que se valore el vigor de esas combinaciones, de esas moradas reconstruidas en los umbrales de lo inexplicable. ¡Allá cada jurado sumarísimo con sus sentencias inapelables! Por último, ¿qué pensar ya sobre su poder cargado de futuro, sobre su inercia performativa, pragmática, incitante a la acción? Es muy sencillo: a muchos jamás les ha conmovido un pelo de su calvicie, a otros les ha atormentado hasta la indigencia; a mí me han maravillado algunos himnos de quienes se sublevaban frente a las opresiones pero no otros, ni todos los intentos solemnes que eximen a sus cantores. De nuevo, cada frontera trazada parece dejar tras de sí un rastro de muertos. ¡Subviertan las fronteras y el lenguaje dictados por los ebrios de poder y abundancia! ¡Sembrad flores, sed impredecibles, proliferad! ¡Regalen tiempo dichoso, manantiales de luz! ¿Qué más le podemos pedir a nuestras musas?

 

 

 

2 comentarios

polikarpov -

Las poéticas me dan más miedo que una caja de bombas o más miedo que escuchar a él o la poeta recitar sus propios versos. O es de verdad un descubrimiento maravilloso o un verdadero desastre. Pero escuchar las palabras que escribimos en la voz de otra persona que sabe recitar, si esa persona es además nuestro amor, el gesto nos devuelve ese secreto primigenio y nos desarma.

Ayer, con dos dry martini en el alma y mirando al Montgó pensaba en una sirena de incógnito. Una recitadora que tu conoces.

PORQUE SE QUE ERES SIRENA

A pesar de los Ulises misóginos
y de los poetas asustados
por el origen del mundo de Courbet

yo sé que las sirenas no tienen cola de pez
ni escamas más debajo de la línea del ombligo
a algunas les gusta el pescado crudo
a otras la carne asada y los helados

yo sé que las sirenas con veinte años
se confunden con el resto de mortales
pero ya con cuarenta
si les miras a los ojos muy cerca
ves en ellos el brillo intenso del mar

Eso vi en tí
ese brillo en la piel
de quién sabe nadar profundo
bucear por debajo de los mares
respirar algas y sal y brisa de mañana
y cantar con esa voz que gusta a los viajeros.

Eso vi en ti
Ese brillo en los ojos
De quién ha mirado
siempre lejos y profundo,
abismos, playas ecuatoriales
la vida que te mece en una ola
la canción que atrae a los navegantes.

ateopoeta -

A raíz de un documental sobre Antonio Gamoneda que me regaló hace unos meses Jorge Riechmann (y también recordando conversaciones sobre esta materia con Carmen, Ramón, Pía y Uxía en distintas ocasiones). El documental es un poquito muermo en su ritmo y musicalidad, pero la figura del poeta obligado a hablar fuera de su poesía y sobre su propia poesía no te deja indiferente. Este tipo de entrevistas “literarias” siempre suelen tener un regusto a pedantería y a batallitas biográficas ¡pero menos mal que a veces recitan y evocan su delicado universo!